LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA
La
Inmaculada Concepción de María es el dogma de fe que declara que por una gracia
singular de Dios, María fue preservada de todo pecado, desde su concepción.
María no tuvo el pecado original desde que fue concebida en el vientre de su
madre Santa Ana.
¿Cómo es esto posible?
María por ser madre de Jesús de Nazaret Dios
preservó a María libre de todo pecado y, aún más, libre de toda mancha o efecto
del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres por ser
descendientes de Adán y Eva,
en atención a que iba a ser la madre de Jesús, que es también Dios.
Dios, se hace presente a los hombres a través de
otros hombres, pero éstos le terminan desobedeciendo y olvidando, así que,
decide hacerse hombre, uno de tantos, para vivir entre ellos.
Y elige a María para que lo sea, aún antes de que
María haya nacido. Para ello, lo primero que hace es elegir a los padres de
María: San Joaquín y Santa Ana.
La santidad de Santa Ana es tan grande por las
muchas gracias que Dios le concedió. Su nombre significa "gracia". Dios la preparó con
magníficos dones y gracias. Como las obras de Dios son perfectas, era lógico
que Él la hiciese madre digna de la criatura más pura, superior en santidad a
toda criatura e inferior solo a Dios.
Santa Ana tenía celo por hacer obras buenas y
esforzarse en la virtud. Amaba a Dios sinceramente y se sometió a su santa voluntad
en todos los sufrimientos, como fue su esterilidad por veinte años, según
cuenta la tradición. Esposa y madre fue fiel cumplidora de sus deberes para con
el esposo y su hija María.
Joaquín significa “el hombre a quien Yahvé
levanta” o “Yahvé prepara”.
Dicen que fue Nazaret su ciudad natal. Se casó con
Santa Ana a la edad de veinte años. Pronto se trasladaron a Jerusalén, viviendo,
al parecer, en una casa situada cerca de la famosa piscina Probática, cerca del
Templo. Eran felices y generosos con Dios y con los necesitados. Sólo una
sombra eclipsaba su felicidad: no tenían hijos.
Esta pena subió de punto al verse Joaquín
humillado públicamente una vez por un judío llamado Rubén al ir a ofrecer sus
dones al Templo. El motivo de tal burla fue la nota de esterilidad, que todos
por entonces consideraban como señal de un castigo de Dios. Tal impacto causó
este incidente en el alma de San Joaquín, que inmediatamente se retiró de su
casa y se fue al desierto, para ayunar y rogar a Dios que le concediera un
vástago en su familia. Mientras tanto Ana, su mujer, había quedado en casa,
toda desconsolada y llorosa porque a su condición de estéril se había añadido
la desgracia de quedar viuda por la súbita desaparición de su marido. Después
de cuarenta días de ayuno Joaquín recibió una visita de un ángel del Señor,
trayéndole la buena nueva de que su oración había sido oída y de que su mujer
había concebido ya una niña, cuya dignidad con el tiempo sobrepujaría a la de
todas las mujeres y quien ya desde pequeñita habría de vivir en el templo del
Señor.
Llegó el fausto acontecimiento de la natividad de
María, y Joaquín, para festejarlo, dio un banquete a todos los principales de
la ciudad. Durante él presentó su hija a los sacerdotes, quienes la colmaron de
bendiciones y de felices augurios. Joaquín no echó en olvido las palabras del
ángel relativas a la permanencia de María en el Templo desde su más tierna
edad, e hizo que, al llegar ésta a los tres años, fuera presentada solemnemente
en la casa de Dios.
En el Templo, el sacerdote la recibió con estas
palabras: "El Señor ha engrandecido tu nombre por todas las generaciones,
pues al fin de los tiempos manifestará en ti su redención a los hijos de
Israel".Y la hizo sentar sobre la tercera grada del altar.
La costumbre era que, los primogénitos, varones y
hembras, pertenecían a Dios y debían ser educados en el Templo hasta su
pubertad. Eran, en efecto, consagrados al Señor, pero rescatados en el acto
mediante una ofrenda. Los padres los tomaban de nuevo consigo y eran educados
en el seno del hogar.
Así, pues, Dios no pidió este sacrificio a la
bendita madre de la Virgen María. Pudo Ana guardar a su hija junto a sí, verla
crecer sobre sus rodillas, tener el gozo de educarla, disfrutar de su presencia
hasta su muerte. Breve sería, sin embargo, su felicidad: de los Evangelios se
desprende que María era ya huérfana en el momento de sus esponsales con José,
hacia sus quince años.
Dios no pidió a Ana el sacrificio de la
separación. Pero le impuso otro sin duda mayor: la dejó en una total ignorancia
de su misión. No bajó un ángel para revelarle el prodigio que se había
realizado en su seno: la concepción sin mancha del único ser humano exento del
pecado de Adán (aparte Jesucristo, Hijo de Dios).
"...declaramos, proclamamos y definimos que
la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de
toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por
singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de
Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por
tanto firme y constantemente creída por todos los fieles..." (Bula
Ineffabilis Deus, el Papa Pío IX ).
La Virgen viste túnica
blanca, símbolo de pureza y manto azul,
símbolo de eternidad. Los ojos de María dirigen su mirada hacia arriba. La
figura muestra una línea ondulante, que se remarca con las manos juntas, a la
altura del pecho, pero desplazadas hacia su izquierda.
Los
querubines que forman la base portan los atributos marianos: las azucenas como símbolo de pureza, las rosas de amor y la rama de olivo como símbolo de paz y la palma representando el martirio.
La
Virgen pisa sobre la media Luna,
que es el símbolo de la religión musulmana, y representa la victoria sobre el
islam (los musulmanes).
Aparecen en esta escena toda una serie de símbolos
relacionados tradicionalmente con la Virgen: en primer lugar, la corona de
doce estrellas y sobre ella, una paloma
que representa el Espíritu Santo. Se alza, envuelto en
el típico manto azul celeste, porque María es la
Reina del cielo; sobre la esfera terrestre y una media Luna,
que es el símbolo de la religión musulmana, y representa la victoria sobre el
islam (los musulmanes); pisando a la serpiente
o dragón que es el Diablo que lleva en la boca la
manzana
que hizo caer en la tentación a Adán y Eva, de manera que la Virgen aparece como
redentora del Pecado Original. Uno de los ángeles
porta la vara de azucenas, y el vestido blanco de María son símbolos de la
pureza de la virginidad , sobre el suelo
se ve una palmera, una rosa y, entre las nubes,
un espejo.
De esta manera se representaba el dogma
de la Inmaculada Concepción de
María para la Iglesia Católica, como el único
ser humano concebido sin pecado original. Tiépolo usa colores claros,
iluminando la escena con una intensa luz dorada.
Pero la Inmaculada Concepción de María también se
refiere al hecho de concebir a Jesús, el hijo de Dios, siendo inmaculada antes, durante y después del parto. Por eso
la llamamos Inmaculada Virgen María. ¿Cómo puede ser esto posible? Eso sólo
Dios lo puede responder, pero, es cuestión de lógica, porque María es la Madre
de Jesús, el Hijo de Dios, así se lo anunció el ángel Gabriel.
ACTIVIDADES
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