domingo, 29 de mayo de 2016

LA IGLESIA, LA FAMILIA DE JESÚS (CB)

LA  IGLESIA,  LA  FAMILIA  DE  JESÚS (CB)
     Después de resucitar, antes de subir al cielo, Jesús les preguntó a sus apóstoles quién creían que era Él.
     Pedro le respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”.
     Entonces, Jesús le dijo a Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré yo mi iglesia. Te daré la llave del Reino de los Cielos”.
     Cuando Jesús subió al cielo, Pedro pasó a ser el jefe de los apóstoles, el primer Papa de la Iglesia.





     La Iglesia nace el día de Pentecostés, a los 50 días de resucitar Jesús, la Pascua, y a los 10 del día de la Ascensión, en el que Jesús sube al cielo. Justo antes de subir al cielo, Jesús se despidió de sus apóstoles, y como los apóstoles se pusieron muy tristes, les prometió que estaría siempre con ellos, pues les enviaría su Espíritu Santo. Y se lo envió el día de Pentecostés.
     El día de Pentecostés, la Virgen María y los apóstoles estaban reunidos en la casa donde habían celebrado la cena de Pascua, la Última Cena, con Jesús. Estando con las puertas cerradas, por miedo a los soldados romanos, se escuchó un fuerte ruido, como un trueno, entró un fuerte viento y sobre la cabeza de cada uno se posó una pequeña llamita de fuego.
     El Espíritu Santo les llenó de alegría y de valor para ayudarles en la misión que les había dejado encargada Jesús: anunciar la Buena Noticia del Amor de Dios por todo el mundo y bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.






     El Espíritu Santo da vida a la Iglesia, comunidad de hermanos, hijos de Dios Padre. 
     En la familia de los hijos de Dios se entra a través del sacramento del Bautismo, 

se comparte y se ayuda a los demás, 
se ama y se vive unidos a los hermanos, 
se reza y se lee la Biblia 
   

y se vive con alegría, porque la Palabra de Jesús está en nuestros corazones. 









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miércoles, 25 de mayo de 2016

QUIERO A MI MADRE DEL CIELO (C. P.)

QUIERO  A  MI  MADRE  DEL  CIELO  (C.P.)

     Dios decidió enviar a su Hijo Jesús para enseñarnos a vivir como hermanos. Para ello, lo primero que debía hacer era elegir a sus padres y para esto, primero eligió a sus abuelos.
     San Joaquín y Santa Ana ya eran ancianos y habían perdido la esperanza de tener hijos, pero Dios les eligió para ser los padres de María.


     San Joaquín y Santa Ana sabían que María era un regalo muy especial de Dios y cuando era pequeña, la presentaron en el Templo.



     María vivía en el pueblo de Nazaret con sus padres y se prometió en matrimonio con un joven carpintero llamado José.


     Un día, María, recibió la visita del ángel Gabriel, enviado por Dios, que la dijo que iba a tener a Jesús, el Hijo de Dios. También le dijo que su prima Isabel, que ya era muy mayor, estaba esperando un bebé.

  


     María se fue a visitar a su prima Isabel, para ayudarla a preparar la llegada de su bebé, que sería Juan el Bautista.


     Cuando nació Juan, María volvió a Nazaret y se casó con José. Y cuando ya faltaba poco para que Jesús naciera, el emperador Augusto publicó un decreto en el que ordenaba que todos los hombres tenían que apuntarse en el censo en el lugar donde hubieran nacido… y José era de un pueblecito llamado Belén, así que, tuvieron que viajar hasta Belén.


     Y en Belén, nació Jesús, en una cueva que era un establo donde los pastores metían a sus rebaños.


     María le envolvió en pañales y le acostó en el pesebre.


     Guardó los regalos que los Magos de Oriente llevaron a Jesús: Oro, incienso y mirra.



     Un ángel le avisó a José de que el rey Herodes el Grande quería matar a Jesús y huyeran a Egipto.



      Cuando el rey Herodes murió, José, María y Jesús, volvieron a Nazaret.



     Cuando Jesús cumplió 12 años, fue con sus padres a Jerusalén a celebrar la fiesta de la Pascua por primera vez. Cuando llegó el momento de regresar, Jesús se separó de sus padres y se quedó en Jerusalén. Cuando María y José se dieron cuenta de que Jesús no iba con ellos, volvieron corriendo a Jerusalén y estuvieron buscándole durante tres días. Al final, y después del susto que les dio, le encontraron en el Templo, enseñando a los sacerdotes y a los maestros de la ley. Luego, volvió con sus padres a Nazaret, donde aprendió el oficio de carpintero de José.



     María fue la que animó a Jesús para que hiciera su primer milagro en las bodas de Caná, convirtiendo el agua en vino. 



     También estuvo presente en la Última Cena, cuando Jesús nos dio el Mandamiento del Amor y celebró la Eucaristía por primera vez.

     Acompañó a Jesús por el camino que le llevaba hasta el Gólgota.



     Estuvo junto a Jesús al pie de la cruz hasta que su hijo murió y luego recogió su cuerpo cuando le bajaron para llevarle al sepulcro.



     Y estaba en el cenáculo, el lugar donde Jesús celebró la Última Cena, rezando junto a los apóstoles, cuando Jesús les envió el Espíritu Santo, el día de Pentecostés.


     Cuando María murió, Jesús bajó a recoger su cuerpo, pues no quería que se descompusiera, y se la llevó con Él al cielo.


     Estando en la cruz, Jesús le dijo a San Juan que cuidase de su madre, y, desde entonces, María también es nuestra madre.


      Para demostrarle nuestro amor a nuestra madre del cielo, rezamos el  Ángelus, el Ave María, la Salve y el Santo Rosario.




























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