CORPUS CHRISTIE
Una vez
terminada la Pascua, con la fiesta de Pentecostés, hay tres fiestas que nos
tratan de explicar con signos claros, cómo es Dios, y cómo desea que seamos
nosotros como cristianos: Santísima Trinidad, Corpus Christi, y el Sagrado
Corazón de Jesús.
Es para nosotros una fiesta tan importante que después
de esta celebración se sale por las calles en procesión, celebrando esta
fiesta...¿Y qué celebramos?
¿Qué cosa es tan importante para nosotros? ¿Qué es
lo más importante? ¿Lo que nos hace más felices? ¡¡¡EL AMOR!!!
Estamos tan contentos porque alguien me quiere
tanto, que ha sido capaz de dar su vida por mí... tengo que estar feliz...
Jesús, que
tanto nos ama, que dio su vida por nosotros, quiso quedarse para siempre con
nosotros, quiso hacerse parte de nosotros para vivir dentro de nosotros... y
por ello, Jesús, en la Última Cena da a comer su cuerpo y su sangre... en forma
del pan y del vino que consagramos en la Misa...
Cuando
nosotros comemos este pan y este vino... el Cuerpo y la Sangre de Cristo pasan
a transformarse en cuerpo y sangre nuestra... y nosotros nos transformamos en
un cachito de Jesús, en un cachito de Dios... ¿En qué se debe notar? pues en
que nosotros debemos de ir pensando como Jesús, y actuando como Jesús...
amando, perdonando, ayudando, compartiendo... de forma que cuando la gente vea
todo el bien que hacemos diga "ese chic@ tiene a Jesús dentro, se le
nota"... esto es comulgar... Y si a todos los cristianos se nos notara,
porque comulgamos con Cristo, este mundo sería un mundo maravilloso...
UN POCO DE
HISTORIA
A fines del siglo XIII surgió en Lieja, Bélgica,
un Movimiento Eucarístico cuyo centro fue la Abadía de Cornillón fundada en
1124 por el Obispo Albero de Lieja. Este movimiento dio origen a varias
costumbres eucarísticas, como por ejemplo la Exposición y Bendición con el
Santísimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la Misa
y la fiesta del Corpus Christi.
Santa
Juliana de Mont Cornillón, por aquellos años priora de la Abadía, fue la
enviada de Dios para propiciar esta Fiesta. La santa nace en Retines cerca de
Liège, Bélgica en 1193. Quedó huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas
Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más
tarde fue superiora de su comunidad. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de
las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.
Desde joven, Santa Juliana tuvo una gran
veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre anhelaba que se tuviera una
fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haber intensificado por una
visión que tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha
negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad.
Juliana
comunicó estas apariciones a Mons. Roberto de Thorete, el entonces obispo de
Lieja, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países
Bajos y a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Lieja, más tarde
Papa Urbano IV.
El obispo Roberto se impresionó favorablemente y,
como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus
diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el
año entrante; al mismo tiempo el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan
escribiera el oficio para esa ocasión.
Mons. Roberto no vivió para ver la realización de
su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por
primera vez al año siguiente el jueves posterior a la fiesta de la Santísima
Trinidad. Más tarde un obispo alemán conoció la costumbre y la extendió por
toda la actual Alemania.
El Papa Urbano IV, por aquél entonces, tenía la
corte en Orvieto, un poco al norte de Roma. Muy cerca de esta localidad se
encuentra Bolsena, donde en 1263 o 1264 se produjo el Milagro de Bolsena: un
sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas de que la Consagración fuera
algo real. Al momento de partir la Sagrada Forma, vio salir de ella sangre de
la que se fue empapando en seguida el corporal. La venerada reliquia fue
llevada en procesión a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy se conservan los
corporales -donde se apoya el cáliz y la patena durante la Misa- en Orvieto, y
también se puede ver la piedra del altar en Bolsena, manchada de sangre.
El Santo Padre movido por el prodigio, y a
petición de varios obispos, hace que se extienda la fiesta del Corpus Christi a
toda la Iglesia por medio de la bula “Transiturus” del 8 septiembre del mismo
año, fijándola para el jueves después de la octava de Pentecostés y otorgando
muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la Santa Misa y al
oficio.
La
muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco después de la
publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta. Pero el Papa
Clemente V tomó el asunto en sus manos y, en el concilio general de Viena
(1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. En 1317 se promulga una
recopilación de leyes -por Juan XXII- y así se extiende la fiesta a toda la
Iglesia.
Ninguno
de los decretos habla de la procesión con el Santísimo como un aspecto de la
celebración. Sin embargo estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por
los Papas Martín V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del
siglo XIV.
Finalmente,
el Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida
en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día
festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración
y solemnidad; y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las
calles y lugares públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y
recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace
nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de
Nuestro Señor Jesucristo.
ACTIVIDADES
No hay comentarios:
Publicar un comentario