domingo, 22 de mayo de 2016

CORPUS CHRISTIE

CORPUS  CHRISTIE


FIESTA-CORPUS

     Una vez terminada la Pascua, con la fiesta de Pentecostés, hay tres fiestas que nos tratan de explicar con signos claros, cómo es Dios, y cómo desea que seamos nosotros como cristianos: Santísima Trinidad, Corpus Christi, y el Sagrado Corazón de Jesús.
    Es para nosotros una fiesta tan importante que después de esta celebración se sale por las calles en procesión, celebrando esta fiesta...¿Y qué celebramos?

   

     ¿Qué cosa es tan importante para nosotros? ¿Qué es lo más importante? ¿Lo que nos hace más felices?  ¡¡¡EL AMOR!!!
Estamos tan contentos porque alguien me quiere tanto, que ha sido capaz de dar su vida por mí... tengo que estar feliz...
     Jesús, que tanto nos ama, que dio su vida por nosotros, quiso quedarse para siempre con nosotros, quiso hacerse parte de nosotros para vivir dentro de nosotros... y por ello, Jesús, en la Última Cena da a comer su cuerpo y su sangre... en forma del pan y del vino que consagramos en la Misa...

     Cuando nosotros comemos este pan y este vino... el Cuerpo y la Sangre de Cristo pasan a transformarse en cuerpo y sangre nuestra... y nosotros nos transformamos en un cachito de Jesús, en un cachito de Dios... ¿En qué se debe notar? pues en que nosotros debemos de ir pensando como Jesús, y actuando como Jesús... amando, perdonando, ayudando, compartiendo... de forma que cuando la gente vea todo el bien que hacemos diga "ese chic@ tiene a Jesús dentro, se le nota"... esto es comulgar... Y si a todos los cristianos se nos notara, porque comulgamos con Cristo, este mundo sería un mundo maravilloso...

UN  POCO  DE  HISTORIA
     A fines del siglo XIII surgió en Lieja, Bélgica, un Movimiento Eucarístico cuyo centro fue la Abadía de Cornillón fundada en 1124 por el Obispo Albero de Lieja. Este movimiento dio origen a varias costumbres eucarísticas, como por ejemplo la Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la Misa y la fiesta del Corpus Christi.
    Santa Juliana de Mont Cornillón, por aquellos años priora de la Abadía, fue la enviada de Dios para propiciar esta Fiesta. La santa nace en Retines cerca de Liège, Bélgica en 1193. Quedó huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su comunidad. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.
Maria 

     Desde joven, Santa Juliana tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre anhelaba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haber intensificado por una visión que tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad.
     Juliana comunicó estas apariciones a Mons. Roberto de Thorete, el entonces obispo de Lieja, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países Bajos y a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Lieja, más tarde Papa Urbano IV.
El obispo Roberto se impresionó favorablemente y, como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; al mismo tiempo el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan escribiera el oficio para esa ocasión.
Mons. Roberto no vivió para ver la realización de su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera vez al año siguiente el jueves posterior a la fiesta de la Santísima Trinidad. Más tarde un obispo alemán conoció la costumbre y la extendió por toda la actual Alemania.
     El Papa Urbano IV, por aquél entonces, tenía la corte en Orvieto, un poco al norte de Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1263 o 1264 se produjo el Milagro de Bolsena: un sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas de que la Consagración fuera algo real. Al momento de partir la Sagrada Forma, vio salir de ella sangre de la que se fue empapando en seguida el corporal. La venerada reliquia fue llevada en procesión a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy se conservan los corporales -donde se apoya el cáliz y la patena durante la Misa- en Orvieto, y también se puede ver la piedra del altar en Bolsena, manchada de sangre.
El Santo Padre movido por el prodigio, y a petición de varios obispos, hace que se extienda la fiesta del Corpus Christi a toda la Iglesia por medio de la bula “Transiturus” del 8 septiembre del mismo año, fijándola para el jueves después de la octava de Pentecostés y otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la Santa Misa y al oficio.
     La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco después de la publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta. Pero el Papa Clemente V tomó el asunto en sus manos y, en el concilio general de Viena (1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. En 1317 se promulga una recopilación de leyes -por Juan XXII- y así se extiende la fiesta a toda la Iglesia.
     Ninguno de los decretos habla de la procesión con el Santísimo como un aspecto de la celebración. Sin embargo estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del siglo XIV.
     Finalmente, el Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad; y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.















ACTIVIDADES



























No hay comentarios:

Publicar un comentario