martes, 27 de octubre de 2015

EL PROFETA SAMUEL



EL  PROFETA  SAMUEL

     Elcaná y Ana eran un matrimonio judío que no podían tener hijos. Ana fue al Templo y rezó a Dios, llorando le pedía tener un hijo y si Dios se lo concedía, ella se lo consagraría a Él.
    El sacerdote Elí la escuchó y le dijo que Dios le concedería aquello que le pedía. Y, efectivamente, Ana y Elcaná tuvieron un hijo al que llamaron Samuel, que significa “mi nombre es Dios”.
     Como le había prometido Ana a Dios, llevó a Samuel al Templo, para que el sacerdote Elí le enseñara a servir a Dios y a encontrarse con Él.
     Una noche, mientras Samuel dormía, escuchó una voz que le despertó, llamándole por su nombre. Samuel se levantó y fue a ver para qué le llamaba el sacerdote Elí, pero Elí le dijo que no le había llamado, que volviera a dormir. Samuel escuchó la llamada nuevamente y Elí le respondió lo mismo que la vez anterior. Samuel escuchó que le volvían a llamar y fue ante Elí, que comprendió que era Dios quien llamaba al niño y le dijo: “La próxima vez que escuches la llamada, responde: “Habla, Señor, que tu siervo escucha””.
     Samuel volvió a la cama y cuando escuchó que le llamaban por su nombre, respondió lo que le había dicho el sacerdote Elí. Aquella fue la primera vez que Dios habló con Samuel, que al escuchar a Dios y poder hacer su voluntad, fue feliz.
     Samuel se convirtió en uno de los grandes profetas de Dios. Recibía sus mensajes, hablaba en su nombre y enseñaba a las personas a relacionarse con Él y cómo obedecerle. También fue uno de los jueces de Israel y nombró reyes a Saúl y a David.

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